Mis platos de cerámica pintados a mano

Empecé Cerámica hace unos cuatro años, en la escuela de arte de la ciudad CIART, quizás sin tener en claro un fin o una idea, sólo me dio curiosidad la técnica. Como soy una persona que cada vez que descubre una técnica que le gusta enseguida la adapta a su trabajo, descubrí que con la cerámica no iba a pasar esto. O sí pero al revés, fue la cerámica la que me moldeó a mí a sus modos y a sus tiempos.
Las primeras clases fueron abrumadoras por tantos términos que ni conocía, el cuidado que hay que tener con los materiales, las temperaturas, el amasado, el esmaltado, y tantas otras más que aún hoy no llegué a aprender. Pero como todo lo nuevo plantea un desafío, y el cerebro se vuelve una esponja que absorve la nueva información.
Cada viernes, en horario de la siesta, yo tuve mi terapia de barro, como solía decirle a las clases, ya que no sólo iba a aprender sino que también se había armado un grupo de mujeres de diferentes edades con las cuales charlábamos, compartíamos otros saberes, nos reíamos y se generaba un clima de desconexión muy lindo. Recuerdo ir esos días de invierno donde la lluvia y el viento invitaban más a quedarse en la casa, pero allí adentro se vivía en otro ambiente.
El año pasado resultó el último del grupo, y como trabajo final yo quise hacer un juego de vajilla con mis dibujos, que luego sólo fueron los platos grandes y medianos y el plato para torta. No me dio el tiempo para seguir con más vajilla en la misma línea, pero lo que hice quedó tan hermoso, y tan mío que cada vez que como en ellos me da mucha felicidad.
En lo que más demoré fue en pintar cada hoja, y fue muy relajante, ya que cada día llegaba y me sentaba a pintar, como en un estado de meditación muy grande. Quizás con cada pincelada iba procesando mi propia vida, los embrollos personales, el desamor y la incertidumbre del futuro.
En una de las primeras clases la profesora habló de que la cerámica había sido utilizada en la historia de la humanidad y cómo a través del descubrimiento de vajilla se había podido establecer la forma en que vivieron determinadas comunidades. Recuerdo que nosotras en broma decíamos «qué pensarán cuando descubran nuestras creaciones…»
No sé, pero estos platos tienen su propia historia, y hablan de mí…